Para empezar debemos comprender qué es el discurso.
El discurso es una práctica que llevan a cabo todos los seres humanos (como
seres sociales que somos) y está vinculado al uso de la lengua y a la situación
comunicativa concreta en la que el hablante se encuentra (el contexto). Ya sea
escrito o hablado, el discurso es un instrumento que utilizamos los seres
humanos en el día a día para socializarnos o relacionarnos con otros individuos;
por ejemplo: cuando vamos a comprar el pan, cuando estamos en un pub con los
amigos, en una entrevista de trabajo, en una reseña sobre algún libro,
etcétera.
Como hemos dicho, el discurso depende
totalmente de una situación comunicativa concreta, en pocas palabras, el
contexto en donde se localiza el evento comunicativo. Y al hablar de un
contexto entra en juego las características básicas de un texto; la cohesión y
la coherencia. Dos agentes que ayudan al texto a funcionar como una unidad
lingüística de significación correcta y estabilidad temática. Para poder
comprenderlo imaginemos que el discurso (texto) es un castillo enorme. Como
todos sabemos las piedras o piezas que forman la estructura arquitectónica del
castillo tienen que encajar perfectamente para que no acabe derrumbándose. Pues
lo mismo pasa con un texto, esas pequeñas piedras son las reglas de coherencia
y cohesión que mantienen el contenido del texto sólido, para que el receptor
pueda desglosarlo y entenderlo perfectamente. Por ello para resumir diremos que
la coherencia y la cohesión dependen íntegramente del contexto, porque por
ejemplo: a mayor grado de contextualización en una circunstancia comunicativa
menos indicadores lingüísticos necesitaremos para entender el contenido
(referente) del discurso emitido.
Tras haber introducido brevemente el discurso,
nos centraremos ahora en el evento comunicativo. El evento comunicativo se
lleva a cabo de forma oral o escrita, y según el antropólogo y sociolingüista
estadounidense Hymes se han establecido las diferentes fases o partes que tiene
un discurso para que este llegue a realizarse de forma plena y correcta
(siempre teniendo en mente la cohesión y la coherencia).
Según Hymes tendremos ocho elementos:
1. Situación.
Se basa en la
localización espacial y temporal en la cual se desarrolla el discurso. Como
ejemplo espacial usaremos un funeral: uso de un lenguaje meditado, sereno y
melancólico. En el caso temporal imaginemos que tenemos una máquina del tiempo
y viajamos a la Sevilla del siglo XVI, allí no podríamos utilizar el castellano
del siglo XXI, puesto que abría una mala y extraña comunicación entre los participantes.
Y finalmente, la escena psicosocial donde se desarrolla el evento comunicativo. Estas escenas están cargadas de determinados valores que dan a nuestro discurso un significa u otro. Un ejemplo de escena psicosocial es la primera cena con la padres de tu novia, o como antes dijimos, un funeral.
2. Participantes.
- Características
socioculturales: edad, sexo, estatus, papel en la sociedad, nivel de educación
y sabiduría, imagen física, procedencia territorial, etcétera. Por ejemplo, en
la universidad suele haber muchos alumnos extranjeros pertenecientes al
programa Erasmus. Con los alumnos extranjeros se debe de utilizar lenguaje o
discurso más claro, conciso y lento, ya que pueden llegar a no entender lo que
les dices en castellano.
- Relación entre los
sujetos: familiar, amistad, conocidos, relación íntima, desconocido, jerarquía
laboral, etcétera. Como ejemplo haremos contraste entre un hombre y una mujer
que tienen una relación sentimental, y un hombre y una mujer que no se conocen
y tienen una fugaz conversación en la sala de espera del médico.
3. Finalidades.
- La meta (lo que se
espera obtener con el acto comunicativo) y el producto (lo que finalmente y
realmente se consigue). Por ejemplo, Juan es muy competitivo e intenta sonsacar
a un amigo cuánta nota ha sacado en su examen final, sin embargo el amigo niega
contárselo porque no quiere que Juan se llegue a pique con las notas.
- Globales
(finalidades sociales o generales del discurso) y particulares (finalidades
concretas e individuales). Como ejemplo global tenemos un clásico, el político
de turno haciendo propaganda ideológica o electoral hacia el público para
conseguir un cambio de mentalidad y conseguir el voto. La finalidad particular
es mucho más cotidiana, por ejemplo, un niño adula los oídos de su madre para
conseguir una piruleta del supermercado.
4. Secuencia de
actos.
- Organización de la
interacción: vinculado a la gestión de los turnos de palabra de los
participantes. Por ejemplo, los debates televisados, donde el presentador
gestiona los turnos de los tertulianos.
5. Clave.
Depende del grado de
formalidad e informalidad del evento comunicativo. Se puede decir que una
entrevista de trabajo requiere un grado de formalidad más elevado que una
conversación entre una madre y su hija.
6. Instrumentos.
Con instrumentos nos
referimos a las herramientas que los hablantes utilizan a la hora de transmitir
el mensaje al receptor, algunas de estas herramientas pueden usarse de modo
consciente o inconsciente. Pueden distinguirse en tres grupos:
- Canal (oral,
escrito, iconográfico, audiovisual). Por ejemplo, un artista pinta un cuadro
para transmitir una sensación o mensaje.
- Variedades del
habla (acentos, lenguas, dialectos y registros). Por ejemplo, un español viaja
a China, a la hora de pedir un ticket de tren tendrá que hablar otra lengua
(chino o probablemente inglés).
- Vocalizaciones,
cinesia y proxemia (ruidos, asentamiento, gestos de rechazo, asco, alegría,
miradas, posición del cuerpo…). Aunque varíe según la cultura en la que nos
encontremos, el acercamiento físico o algún tipo de gesto pueden complementar
el mensaje que el emisor quiere transmitir, o en todo caso, desfigurarlo.
7. Normas.
Todo sistema se
regula en base a unas normas o reglas. Y el acto comunicativo no es menos. Si
nos fijamos bien una conversación entre los amigos, entre el profesorado y el
alumnado, o entre conferenciante y el público está totalmente regulada en base
a unas normas (no visibles a primera vista) que según el contexto y la
circunstancia en donde se lleva a cabo pueden variar o cambiar totalmente.
Estas normas conversacionales o bien han sido aprendidas poco a poco en el
proceso de formación de individuo (cuando el padre le dice al infante que tiene
de quejar hablar primero a los mayores) o aprendidas de forma consciente por el
individuo (un orientador laboral enseña a los estudiantes cómo comportarse en
una entrevista de trabajo). Al fin y al cabo estas normas se pueden diferencias
en dos:
- Normas de
interacción. Vinculado al cómo tienes que tomar la palabra, a quién habla o
quién no habla, las interrupciones y silencios. Por ejemplo, en un juicio el juez
tiene que dar la palabra para que un abogado pueda interrumpir.
- Normas de
interpretación. Vinculado a un marco de referencia para interpretar el mensaje,
los gestos y los enunciados de forma indirecta. Tiene que ver con las
presuposiciones. Por ejemplo, el sitio que se le cede a una embarazada en el
autobús, la mano que se le da un profesor o jefe, el saludo con un beso de una
pareja de casados.
8. Géneros:
Según el tipo de
interacción (conversación espontánea, debate, tertulia mañanera, reunión laboral,
conversación con un amigo en un bar, diálogo con un amigo de la infancia…) y
según el tipo de secuencia textual (exposición, argumentación, narración,
descripción y diálogo).
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